Necesidad primera para disfrutar de este disco es que a uno le guste la voz de Mauricio Rivero. Superada esa premisa, lo demás es fácil y bastante agradable. Digo esto porque independiente de mi propia opinión respecto a cómo canta el vocalista de Truman, no se puede obviar, es lo que más se oye y lo que primero destaca e identifica a esta banda. Con un sonido grave y sufriente, de constantes falsetes, algo parecida a la forma de cantar de Claudio Valenzuela, el vocalista de Lucybell; insisto, la voz de Truman es lo primero que hace que uno le guste o no el grupo.
Superada esta aclaración respecto al líder de la banda, Truman inicia Sueños al oído, su disco debut, con una partida en falso, el primer tema, “Nublado Parcial del Alma”, es instrumental. Pero de ahí en adelante, lo que más suena es pop suave, ese que se oye hace tiempo pero que recién este año se convirtió en disco.
Se nota que es un grupo con trayectoria, el disco suena bien, es coherente y tiene algunos altos evidentes, especialmente porque varios temas, como “Descifrarme”, ya están en nuestra memoria colectiva. Una buena fórmula para debutar en la industria, claramente es más fácil vender si la gente ya sabe lo que va a escuchar.
Este trío con formación de banda sin batería usa las bases electrónicas de forma bastante sutil, no abusa de los beats y logra un sonido más bien clásico y no demasiado novedoso ni jugado. Es pop suave, aunque bastante guitarreado, lo que a veces entrega sonidos un poco más crudos y no tan melosos. Pero siempre en la línea de la balada rockera y bien sufrida, siendo el ingrediente principal del sonido desgarrador la voz de Rivero, que, insisto, es el sonido principal de Truman.