El mundo sonoro, evocador, de los Cuchufleta parece cada vez más claro y definido. Transitan por una vereda paralela y definitivamente suenan a ellos mismos; uno los reconoce de inmediato y es quizás este su mayor logro: hacer y “ser” música con personalidad inconfundible, que sabe y entiende desde donde viene y hacia donde va.
“Hoy, Joven, Vital” es un disco redondo, lúcido, donde los estilos dejan de ser fronteras para transformarse en tonos o matices al servicio de una gran paleta de colores. En la que también hay bronces, el acostumbrado violín a cargo de Amparo Fontaine, clavecín, sintetizadores, guitarras y una base de batería y bajo que dibuja y sostiene diversidad de ritmos a la manera de Los Jaivas en sus mejores tiempos.
Todo suena limpio, alejado de la sobreproducción y de esa perfección obsesiva que la digitalización le ha ido imponiendo a la música. Y es aquí donde a mi juicio entra la mano invisible (¿invisible?) de Eduardo Parra como productor. Realzando timbres, ordenando elementos que contrastan y enriquecen, pero por sobretodo estableciendo una ruta, un camino que recorre el disco de principio a fin; hay aquí un concepto sonoro claro, una propuesta.
Como propuesta y claridad hay en el discurso de Cuchufleta y en canciones como “Melodías para Consumir” (”a quién cantas si n o traes ritmo en el corazón/ yo no canto con la pobre excusa de hacer rock o pop”), donde una inesperada base funk adquiere sentido de aguda crítica a nuestra sobre estimulada escena musical. O en “Hoy, Joven, Vital”, donde el título más que afirmación parece una advertencia frente a la realidad inobjetable de hacerse viejo en estos tiempos (“quiero escuchar a los ancianos/ inútiles y tan postergados/ en el mundo hoy son basura/ maquina que ya se oxidó/ nada valorado ya que no/ producen ningún bien material”).
Mención aparte para el empaque del disco, pues mientras éste como objeto tiende a desaparecer por efectos de la industria y de las necesidades del “consumidor”, aquí tenemos no sólo una carátula, sino un libro completo, con tapas duras y el doble de las dimensiones de un CD normal. ¿Lo podré guardar junto a mis otros discos? No cabe. ¿Junto a los libros? Raro ¿En una repisa especial?… mmm, deberé hacerme una.